El cuadro del futuro

Era tarde, había trabajado todo el día, pero tenía todo bajo control. Satisfecha, mira una vez más la tienda, y luego sale por la puerta. Está de espaldas a la calle, cerrando, cuando escucha detrás la voz de su Amo:   -¡Vuelve dentro, zorra!, y acto seguido, un tirón de pelo le hace gritar y echar para atrás la cabeza, del dolor.-Perdone, Amo, se disculpa ella, mientras que intenta abrir la puerta.-Date prisa, no tengo toda la noche, pequeña, le contesta su Dueño, con una voz dulce, que a ella ya le suena a infierno. 

Por fin, la puerta se abre de nuevo, y sin miramientos, él le baja la falda, y le penetra anal, con fuerza, brutal, sin importarle el dolor de ella, sus suplicios, que poco a poco se convierten en gemidos, en puro deseo. -¿Levanta la cabeza, perra, abre los ojos, dime qué ves? Ella le obedece, y cuando mira enfrente, el cuadro de su Amo y su novia le estalla en la cara. Él está de rodillas, con un anillo en la mano, y ella está sonriendo, con la mano derecha cogiendo el anillo. -¿Nos ves? Estamos felices, pero falta algo en esta foto... Falta una mascota...-¿Quieres ser nuestra mascota, pequeña?, le pregunta él, mientras que le rompe una y otra vez por detrás, con sus embestidas. Ella ya no piensa, está a punto de explotar, sus muslos están empapados.-Sí, Amo, grita ella fuerte, síii... Él se libera dentro de ella, y luego se apoya en su espalda, y le besa, lentamente, con ternura, mientras que ella se relaja, también, el orgasmo de ella le siguió al de él. 

Sus respiraciones vuelven a normalidad, y es aquí cuando él le ordena: -El collar y Nadu, desnuda, delante del cuadro. Por cierto, felicidades, has hecho un trabajo excelente, los cuadros han quedado genial, todos. Ella coge el collar del despacho, se quita las ropas, se deja caer de rodillas, con las manos sobre los muslos, palmas hacia arriba. -Muy bien, esclava. -¿Ahora te vuelvo a preguntar de nuevo, quieres ser nuestra mascota? No me contestes ahora, te necesito con la cabeza fría. Me voy, quédate aquí, mirando tu futuro. Coge su abrigo, y se marcha. Ella se queda en silencio, le espera una noche larga.

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