Era tarde, había trabajado todo el día, pero tenía todo bajo control. Satisfecha, mira una vez más la tienda, y luego sale por la puerta. Está de espaldas a la calle, cerrando, cuando escucha detrás la voz de su Amo: -¡Vuelve dentro, zorra!, y acto seguido, un tirón de pelo le hace gritar y echar para atrás la cabeza, del dolor.-Perdone, Amo, se disculpa ella, mientras que intenta abrir la puerta.-Date prisa, no tengo toda la noche, pequeña, le contesta su Dueño, con una voz dulce, que a ella ya le suena a infierno. Por fin, la puerta se abre de nuevo, y sin miramientos, él le baja la falda, y le penetra anal, con fuerza, brutal, sin importarle el dolor de ella, sus suplicios, que poco a poco se convierten en gemidos, en puro deseo. -¿Levanta la cabeza, perra, abre los ojos, dime qué ves? Ella le obedece, y cuando mira enfrente, el cuadro de su Amo y su novia le estalla en la cara. Él está de rodillas, con un anillo en la mano, y ella está sonriendo, con la mano derech...